EL TACON

 El zapatero utiliza una tapa prefabricada como patrón para determinar el tamaño y la forma del tacón que va a confeccionar. Alisa la superficie marcada con un trozo de cristal para que resulte lo más llana posible. A continuación, pinta los bordes del tacón con una fina capa de engrudo en la zona que ocupará el segundo revirón. Tras pegarlo, practica algunos agujeros con la lezna en los que clavará los tacos. Estos deben ser lo suficientemente largos para penetrar y unir la suela, el primer revirón y el extremo doblado del contrafuerte del talón. De esta manera, el tacón podrá contar con una base estable. Seguidamente, corta la superficie del revirón con un cuchillo afilado y lima las cabezas de los tacos para que el primer estrato del tacón tenga una base lo más lisa posible.

Tomando una tapa ya hecha como patrón, se mide el tamaño del tacón. Los tres agujeros marcan el final del tacón en distintas numeraciones: los dos primeros son para los números 45 y 46 y el tercero para los zapatos del número 39 y 40	En la parte interior del revirón se cortan cuatro o cinco triángulos para adaptar la tira de piel a la curvatura del tacón.	El zapatero clava los tacos en los agujeros que ha practicado previamente en el revirón con el punzón.	Con el cuchillo retira algunas capas de piel del revirón para conseguir una base lo más llana posible para el tacón.

EL  MONTADO DEL TACÓN

Sitúa los estratos de piel para el tacón sobre una piedra de basalto y los golpea para comprimir las fibras y hacerlas lo más resistentes posible.	Pega el primer estrato de piel a la vira y lo fija con clavos de metal. El zapatero golpea dicho estrato enérgicamente, raspa la piel con una lima, la pinta con cola y coloca el siguiente estrato encima.	El parche inferior de goma contra los resbalones y el desgaste tiene 5 mm de grosor y se coloca en la parte trasera del tacón, donde el zapato debe soportar más presión. El parche debe adaptarse perfectamente a la tapa y a las capas de piel que cubre.

MEDICIÓN Y MODELADO DEL TACÓN

Una de las características del montado del tacón es que debe llevarse a cabo por parejas, ya que cada capa de piel debe tener la misma altura en ambos tacones. Tras colocar cada estrato individual, el zapatero comprueba de nuevo la altura. Si uno de los tacones resulta demasiado  alto, lo nivela a la altura del otro raspando y amartillando. Cuando los dos tacones están montados, el zapatero mide de nuevo la altura.

El siguiente paso requiere una enorme precisión: la formación del exterior del tacón. El zapatero corta el contorno del tacón con un cuchillo afilado para darle forma. La zona del tobillo interior debe mostrar un ángulo de 90º con el suelo. La zona exterior del tacón debe inclinarse ligeramente hacia el interior respecto de la superficie del suelo para evitar que el pie bascule al andar.

El exterior del tacón se somete también al  amartillado para comprimir y endurecer el material del que está formado. El zapatero humedece las superficies continuamente con un pincel mojado y presiona los bordes de la piel unos contra otros con el extremo angular del martillo y dando martillazos breves.

Cada vez que el zapatero pega un estrato del tacón, corta el material que sobresale para adaptarlo al estrato anterior. 
A este zapato deben incorporársele todavía la tapa y el parche inferior de goma.

La piel húmeda es más blanda que la seca. 
Por ello, al zapatero le resulta más fácil trabajar el exterior del tacón con el cuchillo o el martillo si los estratos han sido previamente humedecidos.

A causa de la curvatura del contrafuerte del talón, sólo puede medirse la altura del tacón situando los dos tacones al revés, uno junto al otro.

El zapatero golpea y comprime todo el exterior del tacón y elimina las marcas del martillo con una lima