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"EL ZAPATO HACE A LA PERSONA" |
Tal como demuestran las pinturas murales del período comprendido entre el año 15000 y 12000 a.C. halladas en España, el hombre no tardó en sentir la necesidad de proteger sus pies de las inclemencias del tiempo. Las primeras formas de calzado eran cubiertas de piel o primitivas sandalias de rafia, hojas de palma o, posteriormente, de madera. Esta necesidad de protección derivó en un afán por mostrar la propia individualidad y significación a través del calzado: cuanto más importante la persona, más ostentosos y singulares eran sus zapatos. La pertenencia a una clase social u otra a menudo quedaba indicada por determinados modelos de zapatos (a un tipo concreto de zapato le correspondía una ornamentación concreta), y de este modo surgió la moda en el calzado. En el antiguo Egipto, llevar sandalias de plata o adornadas con piedras preciosas era un lujo reservado a los sumos sacerdotes y a los gobernantes. Este privilegio iba ligado a un funcionariado muy importante en el corte del faraón : en época de la I dinastía (2850-2660 a.C.), el cuidador de sandalias vigilaba las sandalias de los dignatarios en los lugares sagrados, donde sólo se podía entrar descalzo, o bien iba tras ellos con las sandalias en una caja. Esta figura se mantuvo hasta la Edad Moderna.
La sandalia de hoja de palma (Tebas, Alto Egipto, 1400-1250 a.C.) cumplía con las condiciones básicas del calzado: una suela atada al pie con correas lo protegía mientras caminaba por la arena o sobre las piedras. Sandalia de plata de la época bizantina hallada en una tumba egipcia. Es similar a la hoja de palma. Los zapatos que vistió Napoleón I (1769-1821) durante su coronación en 1804. |
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