EL CURTIDO

Previamente al curtido en sí, las pieles pasan por otros dos estados. En primer lugar, se lava y neutraliza la solución de cal con la ayuda de distintos ácidos (ácido clorhídrico, sulfúrico y ácido láctico) y agua. A continuación se lleva a cabo el adobo de las pieles. Antiguamente se realizaba con excrementos de perros, gallinas o aves y actualmente con enzimas que descomponen las proteínas; de este modo la estructura fibrosa de la piel queda lo más suelta posible y puede absorber las sustancias del curtido.

El curtidor divide la piel, de 5 a 8 mm. de grosor, en varias capas. La capa más valiosa, la papilar, se convertirá finalmente en la piel para los distintos elementos de la pala. El grosor de la capa papilar oscila entre los 0,6 y 1,8 mm. Normalmente, para la parte superior se necesita un grosor de 1,2 mm. De la capa que sigue, el lado carne, se extraerá la piel para el forro, que tendrá un grosor similar.

A continuación tiene lugar el proceso más importante: el curtido. La piel curtida se distingue de las demás porque no se quiebra ni se pone rígida al entrar en contacto con el agua. Cuando está húmeda no se pudre y vuelve a secarse. Además, expuesta al calor no se transforma en una sustancia pegajosa. La solidez de la piel y la del zapato, así como la comodidad del pie dependen de la calidad del curtido. No hay que olvidar un aspecto importante: durante la confección del zapato, la piel se ve sometida a estrictas pruebas de resistencia. Se clavetea, extiende, amartilla y ablanda, y durante todos estos procesos debe conservar sus propiedades: la elasticidad, la flexibilidad, la suavidad y la permeabilidad al aire.

Hasta mediados del siglo XIX, tanto la piel para la parte superior como la de la suela se trataban principalmente con sustancias vegetales (corteza de roble o abeto, madera de castaño, hojas de zumaque o agallas) para convertirlas en resistentes, sólidas y elásticas. La piel curtida con vegetales es fácilmente reconocible por su color beige claro. Este proceso, denominado curtido con cortezas, sigue utilizándose para el curtido de la suela y del forro. 

Tal como se ha mencionado anteriormente, en el antiguo Egipto, además de aplicarse el curtido vegetal, se utilizaba el curtido mineral, principalmente con alumbre y sal de cocina. El curtido mineral actual, con sal de cromo, se desarrolló a partir de 1858, después que el químico alemán Friedrich L. Knapp descubriera las propiedades curtientes de la sal de cromo. Desde entonces, este proceso ha sustituido casi por completo al curtido vegetal en determinados tiempos de la piel (ternero, vaca y caballo). La parte superior del zapato se confecciona principalmente con piel curtida con cromo, puesto que, comparada con la piel curtida con alumbre o tanino, resulta más suave y agradable al tacto, más ligera y maleable, más resistente al calor y más apta para el teñido. Otra de las ventajas del curtido con sal de cromo es el factor tiempo: la totalidad del proceso se ve reducida de 6 o 7 meses a 6 o 7 semanas.

Durante el curtido con la sal de cromo, las pieles pasan de 6 a 12 horas en los recipientes rotativos con la solución curtiente, para que la sal llegue a todos los rincones de la pieza. Tras el curtido, la piel reposa un mínimo de 24 horas para que el cambio de estructura se complete totalmente y de forma efectiva en la totalidad de las fibras.

Curtido con sal de cromo que hace que la piel se vuelva suave, agradable al tacto, maleable, resistente al calor y apta para el teñido.

Las pieles curtidas con sal de cromo adquieren un característico color azulado.

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