Debido al grosor del material de la pala, el revirón y la vira, entre la palmilla y la suela exterior se forma un espacio vacío. Para que dicho espacio no quede hueco, y para conferir más estabilidad al zapato, se añade el llamado cambrillón y se rellena el resto con conglomerado de corcho.
Según se el modelo, el zapato de vira cosida puede tener una suela simple o una suela doble. En el caso de la suela simple, la suela exterior se cose directamente a la vira. En los modelos de suela doble, se añade además una entresuela algo más delgada que la suela exterior cortada de la piel del cuello. Dicha entresuela se fija a la vira y al relleno antes de colocar definitivamente la suela exterior. A continuación, el zapatero cose las tres capas juntas.
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Al andar, sólo debe doblarse el primer tercio del zapato. La suela y el tacón deben permanecer estables a cada paso para que el tacón no bascule y el pie puede apoyarse bien. El cambrillón es una pieza de acero que se coloca en el espacio vacío de la suela y ofrece dicho apoyo. Se sitúa entre la mitad del tacón y la zona del metatarso. La longitud del cambrillón depende del tamaño, del grosor y del grado de inclinación del zapato, así como del modelo. Se fija a la suela interior con una cubierta de piel sujeta por estaquillas.
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El resto del espacio vacío del zapato se rellena con conglomerado de corcho, flexible y ligero.
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La cubierta del cambrillón y la suela de corcho llenar por completo el espacio intermedio entre suelas. El zapatero alisa la superficie con una lima.
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Al igual que las viras, las suelas cortadas se ablandan con agua y se conservan húmedas durante 24 horas, envueltas en papel de periódico. De este modo, resulta más fácil trabajarlas.
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El zapatero lima las superficies que deben pegarse para que queden ásperas y se peguen mejor. Durante esta operación debe procurar no dañar los puntos.
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El zapatero presiona enérgicamente la suela pegada con el mango del martillo y a continuación la amartilla para comprimir la cola en los puntos en que ha sido aplicada. Para ello, el zapatero se ata el zapato en el muslo con el tirapié.
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Para que el engrudo penetre bien en la piel, el zapatero comprime la vira y la suela con las tenazas de montar.
A continuación corta la piel sobrante con un cuchillo ( la suela cortada a mano siempre es algo mayor de lo necesario) y nivela los bordes de la vira con los de la suela.
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