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Moda en Piel: Mil y una formas de belleza |
No hay duda de que la imagen de la piel atraviesa hoy en día por un momento extraordinario, y más aún la de la piel mediterránea, cuyos orígenes -míticos, históricos y hasta técnicos- hemos tratado de resumir en los capítulos precedentes. Aunque la versatilidad de este material le ha capacitado desde siempre para todo tipo de utilizaciones, ahora vamos a referirnos en concreto a aquellas destinadas a la creación de belleza, es decir, a las aplicaciones de la piel en el mundo de la moda. Una reciente noticia propagada por las agencias internacionales nos va a servir de elemento introductorio en el universo de las puras formas, trascendido ya a la categoría de arte. Roger Vivier, considerado por los expertos en moda como el mejor diseñador de zapatos del siglo XX, algunas de cuyas obras están expuestas permentemente en museos de Londres, Toronto, Suiza y Nueva York, inauguró en enero de 1988 una exposición en un museo de París, donde zapatos, sandalias, y botas aparecen encerrados en urnas de cristal, como si de auténticas joyas se tratara. Y como tales los tenemos, porque no sólo determinados artículos de este gran diseñador, o de otros profesionales españoles, franceses o italianos, son dignos de este nombre, sino también miles de pequeñas obras maestras de piel que anónimos ciudadanos pasean por todos los rincones del mundo. La zapatería se ha convertido en un auténtico ejercicio de imaginación, que permite la coexistencia de una industria masiva regida por criterios prácticos -comodidad, duración- con otra más selectiva y de carácter artesanal, para la cual lo más importante es la belleza, por insólita que ésta pueda resultar. Hasta el momento, nadie ha sido capaz de desplazar en este reducido sector de la zapatería a los sofisticadísimos productos italianos, tenidos universalmente por los más atrevidos. Su tradicional monopolio en la gama de lujo femenina se ha hecho extensiva en los últimos años a la masculina, sustituyendo en este terreno a la clásica línea inglesa. Ahora bien, entre latinos anda el juego, ya que Francia y España se han lanzado a su vez a la conquista de un mercado internacional en el que prima la fantasía sobre cualquier otro aspecto. Hasta los años setenta, nuestro país basaba sus exportaciones en el mantenimiento de unos precios sumamente competitivos y ofrecía productos de calidad media; pero, a partir de esta fecha, la zapatería nacional emprendió el difícil camino de luchar contra el monopolio italiano en lo que a creatividad de los diseños se refiere. Nadie sorprende ya, por lo tanto, de ver unos zapatos con tacón de forma cóncava, ni de excentricidades de otro estilo. Ni siquiera se las considera de mal gusto, pues lo único que en la llamada era de la imagen merece el calificativo de "vulgaridad" es oponerse a los caprichos del diseño. No obstante, alguna rebelión, siquiera sea tímida, se produce entre los profesionales de la moda contra ese diocesillo con poderes absolutos, y ello tiene lugar precisamente en el mundo de la vanidad por excelencia -el de la vanidad con solera, empero-, es decir, en el universo de las pieles, donde el clasicismo resiste hasta la fecha a los vientos de fronda. Pero abandonamos ahora por un instante la modernidad, a la que en seguida regresaremos, y nos vamos felices al territorio del eterno femenino, del misterio, de la peletería más clásica.
El siglo XIX se cierra con una referencia literaria de primer orden respecto a la utilización de estos míticos ornatos de origen animal para alentar las fantasías humanas, incluso sexuales. Leopold von Sacher-Masoch, de cuyo apellido proviene el termino masoquismo, se sintió profundamente atraído por la subyacente carga erótica de las pieles, a juzgar por el título de dos de sus novelas: La Venus de las Pieles (Venus in Pelz) y Falso Armiño (Falsches Hermelin). Como nuestro objetivo no es el estudio de la piel en ciertos comportamientos psicopatológicos, obviamos dichos aspectos en beneficio, una vez más, de la historia. La gran revolución en el consumo de productos de peletería se produce justo después de la Gran Guerra, a partir de los años veinte, cuando los criaderos de animales para pieles finas comienzan a dar fruto y se abaratan considerablemente los precios del mercado. Ello determina una suerte de democratización de la piel, que sin perder su antiguo simbolismo casi ritual, se hace menos selectiva. No es de extrañar, sin embargo, la recurrencia a unos estándares muy concretos: el abrigo de visón constituye el más claro arquetipo a la hora de significar el lujo. Por otra parte, el nacimiento, a partir de la Segunda Guerra Mundial, de un boom de cazadoras de cuero incorporó al consumo de curtidos un público mucho más amplio, los jóvenes de clase media, para quienes la alta peletería, por motivos obvios, resultaba absolutamente prohibitiva. La aparición de esta masa de potenciales compradores ha influido poderosamente en el sector de la piel, que se está incorporando con el dinamismo propio de los tiempos a una moda más desenfadada y juvenil. Así pues, estamos asistiendo a la definitiva consolidación del sector de la piel que, gracias a los avances técnicos a los que nos hemos referido en el capítulo anterior, se encuentra capacitado ya para admitir cualquier tipo de diseño. Precisamente, el diseño español en piel figura entre los más vanguardistas de Europa, y nuestros creadores trabajan tanto en el capítulo correspondiente a las pieles de gran lujo como en el de las "todo-terreno", donde se exige comodidad y adaptabilidad a cualquier hora del día. En este mundo regido por la más absoluta fantasía no es rato tropezar con algunos hallazgos sorprendentes, como por ejemplo un vestido de noche de piel, o bien un vestido de novia también de piel. Hoy por hoy, nada tiene que envidiar la piel al textil en cuanto a posibilidades -serigrafías, estampados...-y, de hecho, se puede afirmar sin lugar a dudas que vestir pieles es estar a la moda. El recto actual radica en saber asimilar estos enormes esfuerzos de modernización técnica y de diseño, conservando, no obstante, la tradición artesanal y el buen hacer de siempre. La enorme vitalidad por la que atraviesa el sector de la piel en España se pone de manifiesto mediante un simple repaso de la instituciones, asociaciones, ferias y publicaciones a él referidas. Dejando de lado algunas de carácter más local o sectorial, en el capítulo correspondiente a instituciones y asociaciones destacamos las siguientes:
Por su parte, en el capítulo correspondiente a ferias y salones he aquí los más prestigiosos:
Y ofrecemos ahora para terminar, una somera relación de algunas publicaciones referidas al mundo de la piel:
Este simple repaso de instituciones, asociaciones, ferias y publicaciones referidas a la piel, nos ofrece una panorámica bastante exacta del momento del sector y de su creciente vitalidad. Pero, como no queremos despedirnos de una forma tan fría, regresamos brevemente al pasado, a través de la toponimia, también pródiga en referencias a oficios relacionados con la piel, de la ciudad de Barcelona, lugar donde se publica este libro. Y hallamos nombres como Pelleria, Pelliceria, Vella, Pellicers, Blanqueria, que han sobrevivido al paso de los años, quizás con el inconsciente designio de simbolizar la necesaria mezcla de tradición y modernidad que hoy impera en el mundo de la piel. |
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